Esta semana, al menos los últimos dos días, han sido medio pesados para mi gordo hermoso. Cuando salimos en bici por la noche con el Ciclopaseo de los Miércoles, yo NUNCA llevo a Tobby básicamente porque el recorrido es largo, más o menos rápido (lo ideal es que el grupo no se disperse en los cruces), y con posibilidades limitadas para detenerse con calma y que Tobby se estire, en otras palabras es un recorrido pesado para él. Pero ayer era un día especial, era jueves, era el día sin carro y… es el día de andar en bici y compartir en familia con Miguel y con Tobby, sí, nosotros somos una familia, aún no legalmente constituida pero real en cuanto a los lazos que hemos contruido. Entre chiste y chanza, más bien de forma cuasi-literal, Miguel es el papá de Tobby. Es algo muy bonito… me encata como el perrito saluda a Miguel cuando lo ve… como le agacha las orejitas y le bate la colita todo emocionado, es un momento fugaz que me conmueve y me hace sonreír… un momento fugaz que, gracias a Dios, no para de repetirse.
En todo caso, Tobby salió anoche a rodar con nosotros en el cierre de la jornada del día sin carro. Menos mal fue un recorrido corto: Campín, 24, ParkWay, 26, 53 y Simón Bolívar… bueno más o menos así, no es tan agudo mi sentido de la ubicación de noche. Hubo un tramo largo sin paradas en el que ya Tobbycito se iba cansando, cuando íbamos por la 26 como que se trataba de parar de la canasta para estirarse y me miraba con ojitos suplicantes. Al coger la 53 tuve chance de bajarlo un ratico, y luego otro poquito llegando a la glorieta y ya en el parque sí fue el recague oficial de baterías porque era el punto final del ruedo y ya podíamos relajarnos, correr, jugar, estirarnos, tomar mucha agua (solo Tobby), quemar energía y ser felices. Es tan bonito ver cómo juegan Miguel y Tobby… y me gustó que correteen alrededor mío cual barril del Chavo jaja, es chistoso. Tobby tiene un papá maravilloso y yo un novio espectacular. El tiempo de los tres para mí es la máxima expresión de felicidad.
Varias veces nos ha pasado que cuando estamos con Tobby en la bici y ya venimos de regreso, el pobre cabecea en la canasta… medio entrecierra los ojitos y como que se resiste al llamado de Morfeo. Pero anoche sí venía súper despierto (a lo mejor el ejercicio del parque le dio una dosis extra de adrenalina). De todas formas llegó al apartamento, comió y clavó cabeza; hoy amaneció con mucha pereza.
Las aventuras de hoy, fueron medio imprevistas pero agradables, esta vez sin Miguel. Tenía que ir a hacer una vuelta al banco Pichincha que queda cerca a Unicentro y me llevé a Tobby conmigo. Fácil: parquear la bici en el centro comercial y pasar caminando al banco. Nosotros que llegamos al parqueadero y comienzan a lloviznar. Ese banco es un pasillo largo y al principio intenté dejar a Tobby adentro, sentado esperándome en la puerta pero hay un pequeño doblez del pasillo que hacía que lo perdiera de vista, que no tuviéramos contacto visual. Entonces lo entré un poquito más hacia el pasillo y lo senté en medio de dos líneas de sillas de espera contra la pared y al lado de una mesita. El vigilante intentó decirme que no pero lo hizo de forma suave, casi que ni le escuché la voz y solo le dije que él era juicioso. Lo dejé ahí sentado sin correa. Intentó venir hacia mí un par de veces al principio pero lo hice devolver, le decía que se estuviera quieto y que me esperara. La prohibición de los perros en un banco, al menos en este, no es explícita, mi perrito en serio es muy juicioso y quién le dice que no a esa carita. En la fila no más habían como 5 personas y yo estaba más mirando a Tobby que a la fila. Ya cuando estaba a punto de ser mi turno volvió a intentar venirse hacia mí pero no lo dejé, solo avanzó un poquito, se quedó sentado en toda la mitad del pasillo y al final se echó. Más lindo, en serio mi gordo es la mata del juicio.
Salimos y la lluvia había arreciado. Esperamos un rato y cuando ya bajó, volvimos a Unicentro por la bici. Hace rato que tenía en mente almorzar en Subway un día que estuviera sola, no soy fanática de este negocio pero tampoco me disgusta (como sí es el caso de Miguel) no sé por qué tenía ese deseo pero hoy fue el día para cumplirlo: almuerzo express, ojalá un poco avanzada la tarde y ps… rico (lo que me había imaginado era yendo caminando o en bici al Subway cercano a mi casa, un día que mi papá no estuviera). Vi por el celular que hay un Subway en la 19 con 116 así que bajé por la 122 a buscar la 19 pero me encontré con un Subway en la 122 con 18 y entramos allá. Otro negocio tipo pasillo. Dejé la bici en la puerta, no había de dónde amarrarla pero trabé las llantas con la guaya al marco. Nuevamente, senté a Tobby a la entrada, debajo de una mesa, frente a la bici y le pedí que me esperara mientras hacía el pedido. La chica que estaba adelante de mí quedó impresionada con lo juicioso que es Tobby y ya cuando tenía mi bandeja y me senté en el sofá-sillón a la altura donde estaba Tobby, el muy bandido brincó al sillón y se sentó a mi lado… yo no le había acabado de decir “no te vayas a subir” cuando él ya estaba brincando y ok, no hay rollo, está bien. Jaja.
En Subway, por cuenta de la lluvia, que volvió a arreciar y parecía que nunca iba a terminar, se nos alargó la espera. Tobby terminó echado a sus anchas en el sillón entre dormido y aburrido. El negocio estaba medio solo. Entraban clientes pero no había afluencia de gente y nadie dijo nada por la presencia de Tobby. Hubo un momento en que me paré al baño, le dije que me esperara pero ahí sí como que se angustió y cuando volví estaba sentado y alerta en el otro extremo del sillón, súper cerca de la barra y pendiente de que yo saliera, osea se caminó todo el sillón, jaja.
En casos como ese, el celular es la mayor salvación para la impaciencia y el aburrimiento. Y también la compañía de Tobby me daba cierta tranquilidad, me ayudaba a estar relajada y no desesperada. Pero al final no me aguanté más, pedí que por favor me regalaran una bolsa, le abrí un hueco y se la coloqué a Tobby a modo de ruana-capa. Supe, por la app de Bicimapa que había un Arturo Calle cerca (muy cerca como a media o una cuadra) con parqueadero cubierto donde se podía parquear la bici y cogí para allá. El plan era coger un taxi y luego venir por la bici en carro, nada que paraba de llover. Y sí, amarré la bici a la baranda de la escalera que sube al almacén y esperamos con Tobby un rato mientras en vano intenté pedir taxi por el celular, de nada valió tampoco salir un par de veces por la rampla a ver si había bajado la lluvia.
Al final opté por subir al almacén, llevando a Tobby alzado, salir a la puerta y tratar de coger un taxi. Al principio senté a Tobby afuera debajo de unas pequeñas carpas (como pestañas) que tiene Arturo Calle pero luego vi que alcanzaba a mojarse entonces me dio por colocarlo en la entrada del almacén (adentro, donde el piso todavía es negro, no de madera) y hacerlo que me esperara ahí sentado mientras yo seguía pendiente de coger taxi. Pasó mucho, mucho tiempo, varios taxis llenos, otros sin pasajeros que no paraban, yo iba y venía, pendiente del taxi y también de mi Tobby, él estaba ahí juicioso pero no quería dejarlo mucho tiempo solito y mientras tanto, los vendedores de AC, sobre todo las mujeres, matadas con Tobby, incluso una me dijo entre chiste y chanza, que la solución era que me fuera en la bici y le dejara al perrito.
Solo hasta después de que mi mamá me llamó para ver cómo iba logré por fin coger un taxi, y fue genial porque el señor me dijo “se le dañó la caminada?” y ps le dije que no, que estábamos en bici y resultó que a él también le gusta, me contó que se está armando una, que ya tiene el marco que le costó 2 millones (uno Specialized) y yo le hablé de los colectivos, de las rodadas con el CPM, de las salidas fuera de Bogotá con Miguel, etc. Le sonó mucho lo del CPM como opción de levante jaja… y confesó que ha sido un hombre muy mujeriego… que antes conseguía 3-4 viejas pero que ahora le queda difícil en parte por la edad (cuarenta y tantos) y en parte por su trabajo. El señor espera tener su bici armada por ahí a mitad de año, y quedó de buscar al CPM en Facebook.
Y bueno, fin. Llegué al apto le pedí el fa a mi papá de que me prestara el carro y fui por la bici. Esta vez no pude llevar a Tobby porque mi papá no me presta el carro si llevo al perrito, dice que me distraigo y ps ok, mejor hacerle caso y ser responsable. Me pareció bonito ir con Tobby a diferentes lugares donde se supone que no se permiten perros y ver que es posible flexibilizar un poco la norma sin romper el límite: permaneciendo muy cerca de la entrada pero adentro, sin molestar a nadie y conmoviendo corazones, robándose varias miradas. Así, sin querer queriendo se van ampliando los límites de los negocios Dog Friendly (locales y negocios donde los perros son bienvenidos, la mayoría por lo que he visto son restaurantes y panaderías).